05 abril 2010

El joven mendigo

Yo misma me sorprendí ante tal reacción... No sé realmente qué fue lo que ocurrió... Lo único que sabía es que mis ojos no podían apartar la mirada de aquel lienzo...

Aquella pintura me había atrapado de una manera desconcertante... jamás me había ocurrido algo similar. Aquel pequeño me inspiraba tanta ternura... que de pronto sentí una lágrima resbalando por mi mejilla... Ojalá hubiera podido adentrarme en su mundo y arrullarlo con mis, aún profanos, brazos maternales... y sentir la grandeza de su alma...

Ciertamente, me quedé embelesada contemplando cada detalle del cuadro... el bodegón, los pies sucios, las raídas vestiduras, el pelo, la expresión, la postura del mendigo, sus manos... pero sobre todo, la fulminante luz del sol entrando por la ventana dejando "ciego" hasta al propio espectador...

Me llama especialmente la atención la figura de este personaje. En las obras de Murillo observamos retratos de mendigos como éste. Golfillos urbanos de la época, pícaros, astutos por necesidad, que tan bien podemos constatar en novelas como El Lazarillo de Tormes o en las Ejemplares de Cervantes (magníficos esos Rinconete y Cortadillo). Y paradójicamente, en este caso, aún tratándose de ese supuesto pícaro, este pequeño me inspiraba tanta inocencia... la esencia de la humildad en su estado más puro... quizás en ese momento, bañado por el sol, y con sus ojos cerrados, olvidaba por un instante su miseria, dejaba de escuchar su vacío estómago, y sus piojos le darían una tregua a su cándida piel inmersa en arañazos... Sólo por un momento el cuadro cambiaría su título...

Con ese fuerte contraste claroscuro, que tanto caracteriza a la pintura barroca, el autor inmortaliza la escena de una manera tan amable, que realmente impresiona.

Y es curioso cómo conociendo este cuadro desde hacía ya tantos años por los libros de texos, de qué manera te puede impactar al contemplarlo en la realidad...

Os invito a que visitéis la exposición de "El joven Murillo" en el museo de Bellas Artes y os recreéis en su obra. Éste fue el cuadro que más me impresionó... ¿cuál será el tuyo?

5 comentarios:

  1. Fue éste, sin duda... merecedor de quedarse en Sevilla. Al menos he podido verlo (y encima fue gratis) alguna vez cara a cara. No diré nada, porque usted ya lo dijo todo en sus preciosas letras.

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  2. Muy inspiradoras tus palabras, la verdad es que no conocía esta obra de Murillo y me ha alegrado mucho poder descubrirla aquí y observarla a la luz de tus propios ojos.
    Me parece muy interesante el detalle del foco de luz solar sobre el niño. Para mi, mantiene una doble función. La primera seria el mostrar, a la "luz de la Verdad", la miseria y la tragedia sin tapujos ni maquillajes, con toda su crudeza. La otra sería la de aprisionar al espectador y someterlo a un tercer grado sin escapatoria, cuestionando su corazón, interpelando sus sentimientos.
    Ese chorro de luz centra toda nuestra atención en el protagonista del cuadro, quizás por eso nuestra reacción al contemplarlo sea completamente emocional.
    Hay una cosa, no obstante, que me intriga. ¿qué hace el niño con las manos? Es como si se mirara el interior de la camisa, no? ¿Porqué lo hará? No pretendo ver misterios en esto, solamente me gustaría saber qué os evoca ese gesto y qué creéis que está haciendo. ¡Ahí lo dejo! ¡jeje!
    En fin, encantada de conocerte y de poder leerte, Aurora, espero que pronto nos deleites con más entradas como esta!

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  3. Querida Nür, todo un honor tenerte en este rinconcito donde plasmo mis más sinceros sentimientos, a través de palabras e imágenes... Me ha encantado tu comentario! Muchísimas gracias por participar de esta manera tan enriquecedora...
    Preguntas por la acción que está realizando el niño con las manos... también a mí me despertó gran interés y curiosidad, y después de observar los detalles y el conjunto del cuadro, no sé... pienso que el chico se encuentra en ese momento como en un tiempo de recreación consigo mismo... quizás analizándose, o analizando su realidad... pensando, meditando o reflexionando... mientras toca sus vestiduras, su camisa rota o manchada... deseando olvidar, por un momento, su paupérrimo contexto...
    Bueno, eso es lo que a mí me evoca... ¡algo extremadamente subjetivo! Porque, en realidad, he leído sobre este cuadro, y parece ser que el mendigo lo que está haciendo con sus manos es despiojándose... No lo sé... Habría que preguntarle a Murillo qué es lo que quiso transmitir realmente...
    Y como esto será ya un poco complicado... que cada cual le dé rienda suelta a su imaginación! :)

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  4. Maravillosa visión la tuya, muy inspirada. A mi me parece un detalle interesante y muy evocador precisamente desde el plano subjetivo. Está claro que el autor habrá pintado este cuadro con un objetivo y una idea que plasmar. No obstante, creo que, al mismo tiempo, el observador errante puede hacerse suyo el significado del cuadro y añadirle un significante, ¿por qué no?
    He estado reflexionando sobre ese humilde gesto, y me parece inspirador que sea el lado izquierdo... es como si, mostrando ese pecho infantil al descubierto, esa parte en la que físicamente somos más vulnerables, ese niño nos mostrara su fragilidad. Y a la vez, al exponer su corazón al mundo nos traslada un mensaje arrollador y hermoso, trágico y humilde, pero luminoso al fin y al cabo... parece que nos diga que a pesar de su desgracia, él aún confía en la humanidad.
    ¡Me parece una idea transformadora! jajaja! Aunque, posiblemente veo esto porque lo quiero ver... no obstante, me sirve y me interpela como ser humano, que es al fin y al cabo, la finalidad del arte tal y como yo lo entiendo...
    ¿Cómo lo veis? XD

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  5. Me encanta vuestro diálogo en torno a este cuadro!

    Mi personal interpretación del gesto del muchacho es la siguiente: se ha parado un momento, se siente solo, abandonado, derrotado. Su gesto en la cara y esas manos retorciendo sus ropas me hacen pensar que este niño está a punto de ponerse a llorar.

    Es algo así como si con las manos intentara agarrar su pena, retorcer sus dificultades.

    En general toda la postura de su cuerpo, retorcido, casi como si se hubiera desplomado en el suelo, dejando caer la cesta descuidadamente, me hacen sentir que este niño ha tocado fondo y nosotros somos testigos de este durísimo momento.

    Tal vez Murillo quería hacernos testigos de él para que pasáramos a ser actores de transformación de todo dolor y tristeza con que nos encontremos.

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