Paraguas en mano, comenzó a caminar sin un rumbo fijo... estaba tan abstraída por sus pensamientos, que sus pasos eran verdaderos autómatas de sus piernas... quizás una parte de su cerebro le decía, de manera inconsciente, que debía pararse ante un semáforo rojo, y así lo hacía... y de nuevo iniciaba su marcha ante el cambio al color verde...
El viento, más feroz de lo normal, ahuecaba sus cabellos con fuerza y despejaba su rostro y su cabeza de, tal vez, malos augurios...
Ella sólo buscaba la paz de su alma... ella sólo quería estar en paz...
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Eos, encanto, parece que estos días de lluvia más de una desea coger paraguas en mano y salir sin rumbo fijo a que se le despejen las ideas.
ResponderEliminarUn besazo.
Isora.
Un abrazo... aunque llueva.
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