Mi querida Llella,
Te escribo estas líneas pensando que, de una manera o de otra, te llegarán a ese cielo que nos imaginamos que van las personas cuando abandonan su cuerpo material. ¿Cómo estás, mi Llellita? ¿Cómo te encuentras?
Te he tenido y sentido siempre tan cerca, que aún me cuesta creer que ya no estás en este mundo. A diario, son las persianas echadas de tus balcones las que me recuerdan tu partida.
Te echo mucho de menos, Llella. En mi corazón sigues viva y en mis sueños me hablas con la misma dulzura y cariño de siempre...
Esta noche quisiera subir por mi escalera al cielo en el que te hallas... abrazarte y darte miles de besitos, tantos como los que tú nos dabas... espero que no tengas sueño, Llella: bajo el brazo porto el parchís del campo y las cartas! Y en el otro, llevo una botella de champán para brindar por los viejos tiempos! ¿Y por qué no? Puede que, en nuestra velada, hasta terminemos "hablándole a Dios de tú"...
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Eos, qué tal la vida? Me alegra volver a leer tus letras, preciosa la entrada que le dedicas a tu Llella.
ResponderEliminarNosotras también andamos muy perdidas por este mundo de los blogs, yo ando liada con un blog sobre mis tejidos, y sigo tomando té donde tú ya sabes, te dejo el enlace del nuevo blog por si le quieres echar un vistazo a una de mis aficiones, aunque aún no lo he terminado, estoy en ello:
tramasdecolores.blogspot.com
Besitos!
Me has emocionado. Yo he pensado en las pipas de calabaza, los trisquis, los chicles bang bang, y en el licor de quiwi sin alcohol. O quibi, como diría ella.
ResponderEliminarEllos siguen con nosotros, sin dudarlo.