Mi querida Llella,
Te escribo estas líneas pensando que, de una manera o de otra, te llegarán a ese cielo que nos imaginamos que van las personas cuando abandonan su cuerpo material. ¿Cómo estás, mi Llellita? ¿Cómo te encuentras?
Te he tenido y sentido siempre tan cerca, que aún me cuesta creer que ya no estás en este mundo. A diario, son las persianas echadas de tus balcones las que me recuerdan tu partida.
Te echo mucho de menos, Llella. En mi corazón sigues viva y en mis sueños me hablas con la misma dulzura y cariño de siempre...
Esta noche quisiera subir por mi escalera al cielo en el que te hallas... abrazarte y darte miles de besitos, tantos como los que tú nos dabas... espero que no tengas sueño, Llella: bajo el brazo porto el parchís del campo y las cartas! Y en el otro, llevo una botella de champán para brindar por los viejos tiempos! ¿Y por qué no? Puede que, en nuestra velada, hasta terminemos "hablándole a Dios de tú"...
15 febrero 2012
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