
Pero no… tu luz aquella mañana
era distinta. No puedo explicarlo con palabras… es complicado describir las
sensaciones. ¡Estabas radiante! Y no pude menos que sentirme feliz por ti.
Me dijiste que te marchabas de
viaje. “Un viaje largo”, añadiste. Y yo, inocente, te deseé “que lo pasaras muy
bien”, “que tuvieras mucho cuidado”, y sobre todo, “que disfrutaras”. Es
curioso, en mi sueño intuí que te reunirías con Llelle en algún punto de tu
itinerario, y que, una vez juntos, seguiríais viajando a no sé dónde… En mi
sueño, Llelle no estaba. Desconocía su paradero. Pero no estaba.
Y entonces, llegó tu abrazo.
Querido, sincero, puro… Al abrazar tu cuerpo, sentí tu espalda huesuda, tan
característica, y tus brazos delgaditos, y tan acogedores… Y me distes muchos
besos, tantos como los que yo te di. Sentí tu cuerpo caliente, lleno de vida,
pleno…
El sonido del teléfono me hizo
repentinamente abrir los ojos. 6:10h de la mañana.
- - ¡Miriam…!
- - Aurora… Ya se ha ido Llella…
Se cumple hoy un año de tu partida y te echo tanto de menos,
Llella… Te sigo recordando, te sigo queriendo… y te sigo sintiendo.
Descansa en paz.